jueves, 2 de octubre de 2003

La jaula de oro



Por: Nicolás Toledo Alemán.



Chávez y su revolución están atrapados. Están metidos en una trampa jaula cuyo techo, piso y lados fueron construidos por el mismo Presidente, sus idólatras y su mentor Fidel Castro.

La trampa empezó a ser construida cuando se enajenó a las clases medias profesionales: se echó en contra a los médicos, a los educadores, a los periodistas, a los abogados, a los ingenieros, a los profesores universitarios y a cuanto ser pensante exista en este país. No cuentan ni con un solo intelectual con peso específico, ni en las letras, ni en las llamadas bellas artes, ni en la filosofía, ni en las ciencias sociales, ni en las naturales, ni en las tecnológicas. No han ganado ninguna elección en colegios profesionales, ni en universidad alguna y, por el contrario, han fracasado estruendosamente en sus intentos por controlar, a través de la violencia, las instituciones educativas o profesionales.

Levantó otra pared cuando atentó contra la Iglesia y sus Obispos en una Venezuela que, si bien sincrética en sus creencias, es profundamente respetuosa de la Iglesia y de la religiosidad.

Siguió con su particular arquitectura frustrando todas las expectativas de la masa trabajadora. No sólo genera cada día más pobreza y desempleo, sino que atenta contra la autonomía sindical y en cinco años le ha negado toda seguridad social al trabajador.

Construyó otro muro que lo mantiene alejado de cualquier sector político aliado con significación electoral, regional, sectorial o de clase. ¿Cuál es la base política de apoyo de esta revolución? El MVR y el PPT no existen sino como gestores y usufructuarios de los dineros públicos. Están conformados por personas de unos de estos tres tipos: los quedados en la nota política de los 60 (con toda la connotación psicotrópica y estupefaciente de la expresión); los salvados de morir de hambre por el portaviones de la candidatura de Chávez, dada su incapacidad para ganarse la vida de manera honesta o, por los que simplemente chupan, se amamantan del erario nacional, en una actitud entre revanchista y apuradita, antes de que se les acabe la oportunidad. Estos partidos no representan a ninguna clase social (como si lo hizo AD con los sectores obreros en sus inicios), tampoco tienen presencia regional significativa en ninguna parte del país (como lo fueron la Causa R en Guayana o el MAS en Aragua), muchísimo menos son referencia ideológica o doctrinaria alguna (como si lo fue COPEI o el Partido Comunista).

Por el contrario, se alienó el apoyo que le diera el MAS, dividió a la Causa R, perdió al miquilenismo, y a sus “compadres”, tanto como a un importante número de independientes.

Apartó de sí a buena parte de las alcaldías y gobernaciones al negarles sus asignaciones constitucional y legalmente consagradas. Al centralizar el poder, al bypassearlos usando a las guarniciones militares.

Formó otro muro inmenso de esa trampa cuando destruyó a PDVSA, botó a la calle a veinte mil trabajadores, atentó contra sus familias, le infligió un daño irrecuperable a nuestra infraestructura de exploración, perforación y explotación de pozos, dinamitó a la refinación y a la comercialización de nuestros crudos y derivados, destruyó toda capacidad gerencial, de apoyo, informática, de mercadeo, de atención a las comunidades, de planificación, de finanzas y de recursos humanos.

Por otra parte, se privó de la posibilidad de tener un trato civilizado, institucional y de Estado con los medios de comunicación escritos y radioeléctricos. Sus cadenas le perdieron también el apoyo de publicistas y anunciantes.

Con su ataque a las Fuerzas Armadas cambió el respaldo de una institución por el de una guardia pretoriana, más mercenaria que leal, pero destrozó el aprestamiento, la moral, la obediencia y la disciplina de lo que antes fuera una institución.

Se enajenó el apoyo del empresariado desde el momento mismo que atentara contra la propiedad privada de cuantas maneras se puede hacer. Con la Ley de Tierras y su inacción (¿o complicidad?) con los secuestros y la extorsión perdió el apoyo de ganaderos y agricultores; con sus importaciones revanchistas se granjeó el rechazo de la agroindustria y la producción de aves de corral; con la incautación de dólares se puso contra todos los que dependen de materia prima del exterior, de los que tenían compromisos externos por financiamiento y de los que aspiraban a un salvavidas exportador dada la caída del consumo interno. Por si fuera poco, arremetió contra Fedecámaras, Fedeindustria, Fedenaga, y cualquier otro gremio empresarial.

Ofendió a la mujer venezolana con sus procacidades y con el maltrato físico que le propinaron sus perros guardianes.

Se echó en contra a los deportistas tratando de aprovecharse y obtener victorias políticas con el esfuerzo deportivo, económico y humano de muchachos y muchachas que sólo han contado con un muy reducido apoyo gubernamental.

Peleó con los gobiernos y pueblos andinos al torpedear la integración económica, al no honrar las deudas con los exportadores, al ocultar a Montesinos, al acusar a sus colegas presidentes de ser menos demócratas que él, al negarse a condenar a la guerrilla terrorista de Colombia, al financiar y apoyar a movimientos insurreccionales de Ecuador y Bolivia.

Perdió el apoyo de Lula de tanto intentar usarlo. También entró en estado de sospecha al cartearse con el Chacal, al no condenar el ataque a Al Qaeda ni al gobierno talibán, al visitar a Sadam Husein y negarse a apoyar su derrocamiento o, al menos, al no condenar sus excesos totalitarios contra los derechos humanos.

Perdió el apoyo de los países iberoamericanos, también el de la Unión Europea y el de los países amigos al plagar de trampas toda salida electoral, constitucional y democrática a esta crisis, también se aleja de los de Centroamérica y el Caribe hartos ya del chantaje petrolero y más claros ahora de la suerte que correrá su suministro energético de seguir Chávez en el poder.

Chile lo rechaza por su verborrea contra el ALCA y su intromisión en sus heridas internas. Argentina sabe que sólo lo apoya allí su corte de mal vivientes antiglobalización y lo reciben por educación mientras negociaban con el FMI.

La OEA instaló a su Secretario General seis meses en el país porque no confiaba en su desempeño, y se percataron de su incapacidad para generar consensos. La ONU ve como nuestro país se niega a votar contra la violación de los derechos humanos en Cuba, como cuestiona todo intento supranacional de justicia, como denigra de todos sus instrumentos multilaterales.



Refuerza los barrotes de su jaula con mentiras, promesas incumplidas, represión, chantajes, populismo ramplón, intervencionismo cubano en materia de seguridad, espionaje, paramilitarismo y represión disfrazado de ayuda humanitaria.

Pero, ¿por qué? ¿Qué maldición lo acompaña? ¿Qué karma esta pagando? ¿A qué se debe que alguien que en el primer trimestre de 1999 alcanzara el 80% de respaldo hoy se encuentre como se encuentra? Se debe a que las revoluciones son centrífugas de apoyos mientras más centrípetas de poder sean.

No se puede centralizar el poder y, al mismo tiempo, pretender apoyos de aquellos a quienes se los estás arrebatando. No se puede construir y fortalecer instituciones indispensables para tu sostenimiento como la Asamblea, la justicia, las policías, el poder electoral o el ciudadano concentrando sus atribuciones, invadiendo sus campos, denigrando de sus integrantes, poniendo incondicionales, chantajeándolos o torpedeándoles presupuestariamente.

Las revoluciones, o le dan oxígeno a sus radicales por temor de verse torpedeados o resquebrajados internamente, con lo cual se aíslan del centro político y de las clases medias, o buscan consensos con la sociedad renunciando a sus pretensiones autoritarias, a su arrogación de representatividad única del bien común y, por ende a sus más fanatizados apoyos.

Chávez pudo haberse perpetuado en el poder de haber entendido esto. Ya es muy tarde. Y es muy tarde por sus propias acciones. Todo lo que hizo para subsistir un día más, unas semanas más, unos meses más, al mismo tiempo lo alejaba de la posibilidad de mantenerse.

Destrozó PDVSA para salvarse del paro, pero esa acción le restó viabilidad económica a su revolución a mediano plazo. Destrozó las Fuerzas Armadas para ganar unos meses luego de lo ocurrido en Abril, pero esa acción le oradó su base de apoyo militar y lo puso a sentarse sobre afiladas bayonetas que ni son cómodas, ni son fieles indefinidamente.

No puede hacer otra cosa que denunciar como falsas las firmas que piden el revocarle su mandato pero, al hacerlo, insulta la inteligencia y la dignidad de los más de tres millones de venezolanos que estampamos nuestra firma.

No puede hacer otra cosa que intentar distraernos con supuestos enemigos externos (los Estados Unidos, República Dominicana, el Plan Colombia, el ALCA, etc.) pero al hacerlo se aísla cada vez más internacionalmente.

No puede hacer otra cosa que sacar trapos rojos para intentar sacar de sus casillas a quienes lo adversamos, pero al hacerlo no puede impedir que se le vean todas las costuras a su deshilachado traje rojo.

Promete y arma tinglados populistas como el Plan Sucre, el Plan Robinson, el Plan Barrio Adentro sólo con fines de engañifa propagandística, persuasión económica y presión política contra todo aquel que ose firmar en los referenda. “Si eres bachiller sin cupo y quieres estudiar, más te vale que no encuentre tu firma en el revocatorio”; “Si quieres que te pague como instructor del Plan Robinson, trae tus propios estudiantes aunque no sean analfabetas”. Todo gasto de este tipo le es tan indispensable como mortífero.

El que invade o atenta o mata o se agavilla en su nombre es su salvador, al mismo tiempo que su verdugo. El tiempo que emplea en no caerse lo distrae de mantenerse. Cada minuto de Aló Presidente es un minuto menos que usa para presidir este país. Cada acto de fuerza es, en el fondo, demostración de debilidad.

De la misma manera que el malandro del barrio, que el guapetón abusador de la escuela solo sustentan su poder en el abuso, en el daño que causan, en el miedo que generan, el Presidente Chávez está entrampado en su jaula pues cada acto en pro de su permanencia en el poder le genera más rechazo y odio. No puede hacer otra cosa que lo que hace, ya no. Pero precisamente allí radica su condena.

Recular, significaría su perdición. Seguir adelante es, sin lugar a dudas, su perdición.

La trampa consiste en que tampoco puede dejar de hacer lo que hace pues ha logrado construir una imagen cuya única “virtud” sería una supuesta facultad para pasar por el fango sin mancharse, de no pactar con cúpulas y diferenciarse del pasado. Si negocia, si convive, si tolera, si respeta a sus adversarios, se desinflaría negándose a sí mismo, si continúa confrontando, si persiste en imponerse, si se hace cada vez más intolerante e irrespetuoso se quedará cada vez más solo, rodeado únicamente de sus músicos del Titanic en que se ha convertido este proceso.

Pero en esa búsqueda desesperada de permanencia en el poder se construye cada día, con cada acto, un barrote más de su jaula.

Hasta hoy los barrotes de esa jaula son de oro. Los bañan las mieles del poder y el dorado dinero. Mañana serán de acero y de ignominia.