miércoles, 12 de abril de 2000

Diez mitos sobre las encuestas

Por: Nicolás Toledo Alemán





Querámoslo o no formamos parte de una guerra de encuestas. Todo mundo habla de ellas; a veces, confundimos deseos con realidades y caemos inocente o irreflexivamente en repetir ciertas expresiones que denigran de las encuestas, porque no reflejan nuestra propia percepción del momento o de la situación; otras veces, nos dejamos llevar por la pasión y le creemos al informante que nos dice lo que en realidad queremos oír y, a veces, a pesar de leerlas críticamente y con desconfianza no manejamos criterios racionales para ejercer esa crítica, lo que nos lleva a repetir alguna que otra barbaridad.

Sin que el hecho de que les envíe este e-mail signifique prejuzgar que alguno de ustedes pudiera estar en alguna de esas situaciones, quisiera compartir con ustedes estas reflexiones que buscan develar ciertos mitos en cuanto a las encuestas.

Mito 1: "Todas las encuestadoras son igualmente serias o igualmente tramposas"

Eso, como ustedes saben, no es cierto. Hay que saber diferenciarlas. El mejor criterio para hacerlo es el siguiente: Dado que las encuestadoras son sociedades mercantiles (con fines de lucro), que se dedican a investigar, mediante el uso de la técnica de encuestas, para clientes públicos o privados, observen cuales son exitosas. Como ese dato a veces no es fácil de discernir, observen cuales de ellas perduran en el tiempo y cuales son "flor de un día". Confíen en su memoria, si no conocen una encuestadora es porque no existía con antelación. Hace unos días, en el programa de Napoleón, un representante de una encuestadora tuvo la caradura de decir públicamente que su empresa ( a la que nadie había oído nombrar antes) tenía ocho años en el mercado y para darle autoridad a sus palabras, agregó que ellos habían sido los primeros en hacer focus groups en Venezuela, cuando la verdad es que en Venezuela, hasta donde yo se, se están haciendo focus groups desde hace más de 20 años.

Mito 2: "Las encuestas están manipuladas por quien las encarga"

Esto es un mito porque se sustenta en una falacia: alguien invierte 20, 30 ó 40 millones de bolívares para que le hagan una encuesta chimba.

Obviamente, todo aquel que ordena una encuesta a esos costos (pero aún si fueran gratis) quiere obtener el resultado más objetivo, verídico y profesional posible.

Mito 3: "las encuestadoras publican sus encuestas en prensa, radio o TV."

Esto es desconocer que una cosa es hacer o realizar una encuesta y otra, muy distinta, publicarla. Por lo general, quien publica la encuesta sí puede tener motivos, intereses, para manipular los datos, o las conclusiones, pero casi nunca quien hace la encuesta las publica. Cuando ustedes vean una encuestadora que publica encuestas de motu proprio, desconfíen de ella. La razón es muy simple: Las encuestas, como vimos, son muy costosas. Ninguna encuestadora puede darse el lujo de financiarse el costo de una encuesta. Por ello, las encuestadoras buscan quienes le financien una encuesta (quien se las ordene o compre). Por supuesto, si una persona, empresa, un partido o institución ordena una encuesta, lo hace para tener la ventaja competitiva que significa poseer una información, antes, más verídica y completa que la de sus competidores. Desde el momento en que un cliente paga por una encuesta, la encuesta deja de pertenecerle a la encuestadora y pasa a ser del cliente (como en cualquier transacción comercial) ¿Pagarían ustedes por una encuesta Bs. 20 millones, si saben que podrán leerla el día siguiente en el Nacional pagando tan sólo Bs. 300? De ello que una encuestadora seria se cuide mucho de divulgar sus datos, porque eso atenta contra sus intereses comerciales.

Mito 4: "Las encuestas, aún las serias, tienen sesgos de todo tipo"

Esto es otro mito. Una empresa seria de investigación basa su éxito comercial en un sólo intangible: su credibilidad. Si usted es un empresario, una corporación, un banco, un organismo multilateral, etc., serio y reconocido, ¿pondría en manos de unos investigadores sesgados, el análisis de sus intereses estratégicos? Esos son los clientes de una encuestadora, si ésta aún los conserva en su cartera de clientes debe ser porque los mantiene satisfechos con lo que les provee.

Las empresas encuestadoras serias tienen una credibilidad que salvaguardar y que deben incrementar ¿echaría usted por la borda su principal activo, por no vigilar los sesgos en una investigación suya?

Mito 5: "Los encuestadores no suben cerros"

Esto, a pesar de lo absurdo, lo repiten una y mil veces. ¿Cómo un encuestador no va a subir cerros si es allí donde viven? Un encuestador tiene escasamente tercer año de bachillerato, no son, por lo general, empleados fijos de una encuestadora, sino contratados a destajo y, créanme, cobran un salario muy parecido al de cualquier obrero no especializado. Pero además, no es en los cerros donde se le ponen más trabas a su trabajo (delincuencia, subir escaleras, cruzar charcos, morder el polvo, etc.) sino en las urbanizaciones de clase media-alta, donde hay garitas, alcabalas, vigilantes privados, perros guardianes, cercas bordeando amplios jardines, intercomunicadores, conserjes, ascensores con llaves de seguridad y alguno que otro vecino paranoico. Y, cuando logran flanquear todos esos obstáculos, les atiende la mujer de servicio para decirle: "los señores no están". Si una encuesta tiene un sesgo "de clase" con toda probabilidad se debe a que las clases altas estén subrepresentadas.

Mito 6: "Si una encuesta ha sido publicada por un medio, el medio ha verificado previamente la procedencia y veracidad de los datos"

Esto es un mito porque nuestros medios, tanto escritos, como radioeléctricos, salvo escasísimas excepciones, no se preocupan por verificar sus datos. Además, por lo general, un periodista no tiene ni idea de lo que dice o debería decir una encuesta, no sabe lo que es un margen de error, ni un nivel de confianza, ni una distribución muestral, ni la diferencia entre pregunta abierta y cerrada, etc. Créanme, jamás he visto una reseña de una encuesta que no contenga al menos un error de interpretación por parte del medio. Además, las mesas de redacción privilegian el dato de intención de voto, pero en la mayoría de los casos ese dato debe leerse a la luz de lo que arroja el resto de la encuesta.

Mito 7: "Aquí, en Venezuela, nadie controla o supervisa a las encuestadoras"

Las encuestadoras son supervisadas, en primer lugar, por sus propios empleados. ¿Alguien puede llegar a creer que todos los empleados de una encuestadora tienen los mismos intereses o posiciones políticas?, ¿Alguien puede creer que éstas, a su vez, sean idénticas a la de sus jefes o a la de los dueños de la empresa? En segundo lugar, se rigen por un código de ética (por lo general el código de ESOMAR, European Society of Market and Opinion Research). En tercer lugar son supervisados por sus clientes, como ya he explicado anteriormente. Y, por último, son contrastados contra los resultados electorales reales en un plazo relativamente breve, privilegio que no tienen, por lo general, otras ramas del conocimiento científico social.

Mito 8: "Las encuestadoras pertenecen a partidos políticos, o cada partido tiene la suya"

Si eso fuera cierto, ¿para qué nos pagan por hacerlas?. Ningún partido tiene encuestadora propia (salvo Salas Römer que en una época se hacía él mismo las suyas). Lo que si ocurre y comprenderán que es muy lógico que así sea es lo siguiente: Para que un candidato o partido político contrate a una encuestadora tiene que "desnudarse" ante ese investigador o empresa investigadora. Tiene que hacerlo partícipe de sus temores, angustias, debilidades, informarlo de su estrategia, de sus consideraciones tácticas, de sus finanzas, de su publicidad, de las miserias de su candidato, de sus bondades, en fin, tiene que confesarle a su encuestadora una cantidad de información que le sería muy útil a sus enemigos políticos. De ello que cuando se llega a un acuerdo comercial, éste se parezca mucho a un matrimonio. Como todo matrimonio, la fidelidad de las partes es la base de una duradera relación.Por lo tanto, cuando vean a una encuestadora casada con un candidato o partido, lejos de ser un handicap, más bien es un dato que habla muy elocuentemente de la ética de esa empresa.

Mito 9:"las encuestas manipulan al elector"

Como las encuestas retratan una realidad, ver esa realidad, enterarnos de esa realidad puede hacernos cambiar de opinión, o reforzar la opinión que ya teníamos, o hacernos sentir mejor, por sabernos pertenecientes a un colectivo que comulga con mi pensamiento, o hacernos rabiar por sabernos minoritarios, etc.Pero la encuesta nos provee un dato más para nuestra escogencia conductual. Pretender que esa "influencia" sea dañina y sacar como conclusión que las encuestas, por lo tanto, deberían prohibirse tantos días antes de una elección, es como pretender que porque un examen médico diagnostique una enfermedad venérea en un candidato, debamos prohibir, controlar o prescindir de los exámenes de sangre, de orina o de heces.

Todo intento por controlar o censurar a una encuestadora es un atentado contra tu propia libertad individual, contra tu derecho a contar con la información necesaria para tomar una decisión.

Mito 10: "Todas las encuestas realizadas en un mismo momento, que intenten medir las mismas cosas, deberían obtener los mismos resultados"

Eso no es siempre posible por una inmensa cantidad de razones. Entre algunas de las más importantes están: a) el universo considerado. No es lo mismo una encuesta nacional urbano-rural, que una encuesta nacional urbana, ni ésta es igual a una encuesta en seis u ocho de las principales ciudades, ni esta es igual a una hecha en Caracas. No es lo mismo el universo de la población, que el universo de los votantes. No es lo mismo el universo de hogares que el universo de poseedores de líneas telefónicas.

b) el tamaño y tipo de muestra. Mientras más grande es una muestra más probabilidades se tiene de que el hallazgo se parezca a la realidad. Hay que revisar el margen de error de las muestras y este es un valor que depende: del tamaño del universo, del tamaño de la muestra y del grado de confianza deseado. Por ejemplo, en la prensa salió un cuadro sinóptico de los resultados de intención de voto de cuatro encuestadoras (Consultores 21, Datanálisis, Mercanálisis y CECA) los márgenes de error eran, respectivamente, +/- 2,58%; +/- 5%; +/- 3% y, la última empresa no lo proveía. Eso significa que si le daban a Arias 30% por ejemplo, la cifra real debería estar entre 30% +/- el margen de error de cada empresa. Una muestra pequeña puede llevar el margen de error a cifras tan importantes domo un +/- 10% o un +/- 20%, por lo que decir, con una muestra de 150 casos (encuesta entre militares) que Arias obtiene, por ejemplo, 60% eso pudiera terminar siendo 40% u 80% (60% +/- margen de error) lo que invalida el hallazgo. Además, esta encuestadora tuvo el tupé de segmentar la muestra de 150 casos en Oficialidad, suboficiales y tropa, por un lado y Ejercito, Armada, Aviación y GN por el otro. Eso significa que un segmento cualquiera tenía una submuestra de 10 o 20 casos, lo que potencia el margen de error a +/- una cifra que probablemente sea mayor que los votos obtenidos por cualquiera de los candidatos en ese segmento.

Además hay muestras probabilísticas (donde todos los integrantes del universo considerado tienen las mismas probabiliades de ser escogidos aleatoriamente) y no probabilísticas (donde la condición anterior no existe). Una muestra de idéntico tamaño puede diferir por su dispersión.Un mil casos en treinta puntos muestrales producirá datos distintos a un mil casos en 66 puntos muestrales, de la misma manera que una escopeta es más efectiva mientras más expanda sus balines.

c) El cuestionario, su estructuración, su formulación, el orden de presentación de las preguntas.

Una pregunta abierta dispersa la intención de voto, mientras que una cerrada la concentra y una polarizada la amplía.

d) la supervisión. Para que una encuesta sea supervisable, debe garantizarse que la persona encuestada por el encuestador sea re-entrevistada por el supervisor para constatar divergencias. Esto sólo es posible cuando se entrevista en hogares (el encuestador, está obligado a poner la dirección del hogar donde realizó la encuesta, cuando esa dirección postal no existe, esta obligado a dibujar un plano, debe informarle al entrevistado que probablemente será re-entrevistado por su supervisor). El supervisor revisa, al azar, un sobre de cada 10 sobres que recibe (aprox. cada sobre tiene unas 10 entrevistas), de sus encuestadores y si detecta un sólo error o divergencia, debe obligar a repetir todas las encuestas del sobre.

Una encuesta realizada en centros comerciales, en bocas de metro, en los semáforos, etc. no puede ser supervisada y, por ende, no es fiable.

Espero haber contribuido humildemente a mejorar nuestro rol como consumidores de datos electorales y potenciar nuestros niveles de exigencia hacia los proveedores y difusores de dicha información.