jueves, 20 de febrero de 2014

Venezuela invadida

El régimen se comporta como un ejército invasor. Desconoce tanto los derechos como la humanidad del invadido. Utiliza no sólo su poderío militar y policial sino que crea, arma, encubre, alienta y usa a grupos parapoliciales que se movilizan en motos, bajo el amparo de la Guardia Nacional y la policía nacional. Para garantizarles impunidad, se encadenan los medios de comunicación y con la llegada de la noche se movilizan como una manada de muerte, llegando de improviso a las urbanizaciones y barrios de las distintas ciudades del país disparando a mansalva, tanto gases lacrimógenos como perdigones y balas, disparadas a la cabeza, al cuerpo, para causar muerte y daños graves y dolorosos, destrozan vehículos y propiedades, ingresan a los edificios con inquina y destilando odio buscando a los que allí se resguardan. Mientras tanto, en los medios de comunicación impera el silencio cómplice, la voz del gran hermano encadenado a la mentira continúa destilando odio contra este país invadido que creen de su propiedad. Nos desconocen con las armas y con las palabras. No hay un solo intento por bajar la escalada de violencia. Quieren nuestro exterminio moral y físico. Que nos vayamos del país.
Todas las instituciones están bajo su dominio, los tribunales prestos para condenar a los agredidos, la fiscalía y la defensora del pueblo, uniformadas de rojo o mudas. El parlamento cierra sus puertas y ni siquiera debate lo que sucede y si lo hace es para convalidar esta locura dándole poderes extraordinarios a ese ejército invasor. Los corifeos se desplazan a las instituciones diplomáticas regionales a denunciar a los agredidos, a las víctimas como victimarios. Y el mundo calla.
Silencio.