jueves, 8 de noviembre de 2007

El dilema venezolano con la reforma constitucional


Por: Nicolás Toledo Alemán


Las cosas acá se están saliendo de madre. Tenemos un país dividido en dos partes más o menos iguales (en número de personas que están a favor y en contra de Chávez). No obstante, el rechazo a la reforma es de cerca de un 60 a 65%. La intención de voto es de un 50%. Pero ese abstencionismo afecta considerablemente más al NO que al Si, lo que hace que, desde el punto de vista electoral, la reforma constitucional de Chávez contando con un peso real del 30 a 35% de apoyo se impondrá con aproximadamente 55 a 60% de los votos.

Esos son los datos de opinión pública pero, desde el punto de vista político, las cosas son más complicadas.

Las fuerzas que se oponen a esta reforma están divididas en dos: 1) los no concurrentistas cuyas fuerzas están compuestas por quienes consideran: a) que votar legitima a un gobierno ilegítimo, b) que la reforma constituye un fraude constitucional que no se debe convalidar, c) que no hay garantías para un sufragio libre donde se respete la voluntad popular, d) que aún habiendo participación electoral y elecciones limpias (haciendo caso omiso de consideraciones jurídicas, normativas y principistas) Chávez no admitiría la derrota. Y 2) los concurrentistas quienes consideran que Chávez se está confrontando electoralmente, por primera vez, en desventaja numérica, que puede perder las elecciones y que habría que aprovechar la oportunidad.

Esta división entre las fuerzas opositoras es, evidentemente, nuestra mayor debilidad pues no hay ni tiempo ni voluntad política de acordar una línea de acción común antes del 2 de diciembre. En mi opinión, esto lo han entendido muy inteligentemente los estudiantes, de allí que estén pidiendo una posposición del referéndum para febrero. Esta solicitud la están haciendo los estudiantes, por una parte, bajo el argumento de que un régimen que se dice democrático participativo que empodera al pueblo tiene que darle al pueblo posibilidades de informarse adecuadamente (sólo hemos tenido un mes para conocer la propuesta). Discurso impecable que busca legitimarse como más democráticos y más creyentes en el poder popular que el gobierno que clama por más poder para el pueblo. Por otra parte, haciendo una doble apuesta no tan explícita: que mientras más se conozca este bodrio de reforma menos apoyos tendrá y que en febrero el gobierno no tendrá las condiciones macroeconómicas (déficit fiscal, reconversión monetaria, inflación) consigo.

Los estudiantes son, hoy por hoy, la única fuerza social y política activa. Los partidos están paralizados. Estos estudiantes gozan de una legitimidad popular impresionante (es el referente mejor evaluado en las encuestas más que la Iglesia y los Medios de Comunicación) tienen un discurso fresco, basado en valores universales, principios éticos, por la no violencia, no tienen rabo de paja ni vinculación partidista o con el pasado. Están a nivel nacional, particularmente en Caracas, Aragua, Carabobo, Lara Zulia, Mérida y Táchira y son tanto de universidades autónomas como experimentales (públicas) como privadas. El que los estudiantes estén en la calle contra este gobierno tiene un impacto simbólico muy grande: ¡un gobierno revolucionario que no cuenta con los estudiantes! Eso es algo insólito para la opinión pública mundial y de izquierda en particular (PSOE, verdes, socialistas en Brasil, Uruguay y Chile etc.).

Luego está el factor militar. Una gran incógnita. ¿Baduel es síntoma de qué al interno de las FFAA?. No creo que haya posibilidad material, operacional, de unidad de mando para un golpe, aunque si para presionar a Chávez soterradamente. Si es un sentimiento grande, importante, pudiera llevar a Chávez por cálculo político y táctico a posponer sus intentos por imponer sus políticas, pero hasta allí.

Por último está el Gobierno y sus partidarios. No se les ve muy activos en esta “campaña electoral”. El discurso de Chávez en la avenida Bolívar el domingo 4, y los actos de esta semana son clave: represión contra los estudiantes, utilización de bandas paramilitares para el amedrantamiento, loas a los encapuchados, exaltación de la lucha de clases, acusar de violentos a los estudiantes, amenazas a las universidades, utilización ostentosa de las fuerzas represivas, utilización del CNE de manera tendenciosa contra el NO, amenazas a los medios de comunicación, utilización del chavismo de base (lo que ellos llaman la inteligencia social) para amedrentar a Globovisión y a los dirigentes estudiantiles, discursos anti autonómicos; utilización burda del cinismo y la mentira con la intención evidente de provocar, etc. etc.

Luego está un factor contextual muy importante aunque todavía difuso: las conversaciones de Chávez con las FARC y la inclusión en la reforma constitucional de la posibilidad de establecer una confederación de naciones con Cuba, Bolivia, etc. Chávez podría estar tramando con lo de las FARC un juego en dos tableros al mismo tiempo: por una parte utilizar la liberación de rehenes con fines de capitalización política y de imagen y, por otra parte, una alianza aún más explícita y orgánica con ellos para favorecer una victoria electoral del Polo en Colombia. Esta posibilidad, aunada al eje La habana, Caracas, La Paz (y con una participación todavía menor de Quito y Managua) hacen de nuestro futuro latinoamericano una pequeña (¿) bomba de tiempo.

Conclusión:

Me debato entre sacar como conclusión que Chávez ya no va a quitar el pie del acelerador llevándonos por delante o que podemos seguir poniéndole obstáculos hasta que los pasajeros de este autobús empiecen a criticar al conductor.

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